Es la frase que abre este blog; proveniente de la canción Frankenstein Posmo de El Cuarteto de Nos. Una frase que desde el año pasado fue capaz de describir un sentimiento algo incómodo para el cual era difícil hallar palabras. Hoy quiero diseminar este sentimiento y hacer una pequeña introspectiva en por qué a pesar de la connotación negativa que puede evocar esta frase, la he interiorizado como algo positivo que me llena de motivación.
Esta frase es una antítesis del axioma más conocido de la Psicología de Gestalt:
El todo es más que la suma de sus partes.
Para explicarla, pondré un ejemplo sencillo (aunque trivializa bastante todo lo que engloba la Psicología de Gestalt): Si tomamos un coche 🚗, y lo desacoplamos en sus partes individuales (tornillos, placas de metal, pistones, etc); estas por sí mismas tendrían un menor valor (en términos de dinero y usabilidad) que en el momento en que se encontraban ensambladas como un coche.
Si bien es fácil extrapolar la frase pensando en objetos o estructuras orgánicas (células, ADN); es más complicado extrapolarla en seres humanos. No en un sentido físico, si no en un sentido psicológico. ¿Somos más que la suma de nuestras partes? ¿Son nuestras cualidades o habilidades más estando todas juntas como parte de nosotros? Si de cualidades hablamos, podemos entrar en un debate muy grande. ¿Qué pasa si combinamos nuestro liderazgo y honestidad con nuestra soberbia y falta de tolerancia? ¿Es acaso esta combinación de cualidades mejor estando juntas? ¿Será que las cualidades “malas” potencian a las “buenas”? Es difícil analizarlo y llegar a una conclusión.
Sin embargo, cuando hablamos de habilidades (skills), es un análisis más pragmático. Mientras más habilidades adquirimos, nos convertimos en personas más preparadas (independientemente de que sean habilidades técnicas o no). Esto se ve reflejado en el sentimiento de felicidad o satisfacción que (usualmente) tenemos cuando aprendemos algo nuevo.
Reflexionando un poco me doy cuenta que a lo largo de mi vida he adquirido algunas habilidades y hobbies disonantes entre sí: hacer música, hacer investigación científica, programar, dar clases, editar vídeos, estudiar la ciencia del café, etc. Y, en realidad, nunca es que me haya faltado esa satisfacción intrínseca de aprender algo nuevo.
Pero entonces, ¿por qué siento que mi todo es menos que la suma de mis partes? Pues…
¿Soy un experto haciendo música? No. ¿Soy un experto tocando guitarra? No. ¿Soy un experto en alguna área de la ciencia? No. ¿Soy un experto programador? No. ¿Soy un Youtuber famoso? Por supuesto que no.
Esto, sumado a mi introversión, ha convertido el proceso de describirme (en términos de lo que hago), en algo muy difícil. ¿Cómo podría describirme como músico cuando mi “trabajo” es ser investigador? Pero al mismo tiempo se me hace difícil describirme solamente como investigador, porque no quiero dejar de lado el hecho de que hago música. Es una sensación rara que me llevó a pensar de que no era suficiente en nada de lo que hacía; que siempre todo lo que me proponía a hacer lo dejaba “a medias”; y que estaba caminando por la vida de forma errante sin una meta clara enfrente.
Pero, ¿es acaso más ser un completo experto en una sola área, que saber un poco de muchas cosas? Esta es una pregunta sobre la que he reflexionado y he abierto un debate conmigo mismo.
Eventualmente, entendí que mi objetivo inicial al empezar a aprender cosas nuevas o empezar un nuevo hobbie nunca fué llegar a ser un experto en eso. Si no, hacerlo para disfrutar del proceso de aprendizaje, de fallar y empezar de nuevo, de probarme a mí mismo que soy capaz de hacerlo; de sentirme feliz de haber aprendido algo nuevo y poder compartirlo con otras personas. Y por sobre todo, entendí que es normal encontrarme en un constante bucle de constante aprendizaje; siempre que lo siga disfrutando. Así mismo entendí que no necesariamente tengo que llegar al extremo de “dejar un legado” para sentirme suficiente. Cómo decía Tony, de P90X: “Haz lo mejor y olvídate del resto” (suena mejor en inglés, creanme)
¿Me gusta hacer muchas cosas sin ser experto en alguna? ¡Por supuesto! Cada una tiene su espacio en mi corazón. Amo ver como ayudo a en el camino profesional de mis alumnos. Amo programar. Amo enseñar. Amo hacer música. Y no sería feliz dejando de hacer alguna por favorecer otra. Todo lo contrario, me siento afortunado de que sea de esta forma.
¿Llegará el día en que llegue a ser experto en algo?
No lo sé. Pero espero que si ese día llega, no haya sido a costa de abandonar otras cosas que me gustan.
Entonces…, ¿Es mi todo menos que la suma de mis partes?
Creería que no. ¡Y espero no equivocarme!
Por ello, les animo a nunca perder la motivación por aprender cosas nuevas o empezar un nuevo hobby. Especialmente si navegan sobre un mar de estrés; aprender cosas nuevas totalmente fuera de zona de confort puede ser un viaje muy gratificante, lleno de sorpresas y felicidad.